Pensemos en que, este año, la vida se ha empeñado en mostrarnos lo frágiles que somos, así como las estructuras en las que fundamentamos nuestras rutinas: el sistema de salud, el sistema educativo, el mercado laboral.
Lejos de estar esperando que termine el confinamiento, que podamos mandar a nuestros hijos a la escuela de nuevo, que podamos volver al trabajo, deberíamos hacernos a la idea de que el mundo ya cambió radicalmente.
Algunas cosas se mantendrán: seguiremos pensando en términos competitivos y el mundo seguirá premiando a aquellos que se desempeñen mejor.
La vida seguirá siendo ella misma: intensa, impredecible, retadora.
Pensemos en situaciones futuras que vivirá todo niño o joven al convertirse en adulto y llegar a la universidad o al mundo laboral: competirá en un deporte, expondrá un tema frente a su grupo y profesor, presentará una propuesta ante posibles clientes o ante colegas y jefes, se presentará a hacer exámenes importantes o a entrevistas de trabajo, etc.
La dureza mental le permitirá sentirse seguro de su preparación, mantenerse enfocado en el presente y listo para reaccionar ante cualquier eventualidad.
Pensemos que las escuelas abrirán unas semanas y volverán a cerrar ante futuras oleadas del virus.
Pensemos que seguimos viviendo en una zona sísmica y que los terremotos no negocian.
Conviene habituarse a la adversidad. Es valioso desarrollar la tolerancia a la frustración. Urge fortalecer la mente. Es necesario hackear la autoestima.
Nosotros, en Kanik promovemos la fortaleza y el alto desempeño.
Puede sonar duro, insensible y políticamente incorrecto, pero en el mundo sobreviven los más fuertes.
Sólo los fuertes pueden ayudar a los demás, porque ellos avanzan más rápido que el mundo.
Sería una locura promover la debilidad y la igualdad en la debilidad. Hay que promover el alto desempeño, la fuerza, el desarrollo de capacidades, la efectividad.
Pensemos: ¿qué es mejor 1) exageré en prepararnos o 2) lo siento, no pensé a futuro?
¿QUÉ ES MEJOR?
Invíctor Cortes Martinez