Cuando las circunstancias nos sobrepasan y sentimos constantemente que nada que hagamos puede mejorar la situación, es fácil que aprendamos a sentirnos vulnerables.
Un mundo incierto, cambiante, confuso y complicado – exactamente como en el que estamos viviendo – nos entrena para sentirnos deprimidos, ansiosos, inseguros y vulnerables.
A nuestros niños y jóvenes también.
Muchos aprenden a sentirse en peligro. Los medios de comunicación, la escuela y la familia les troquelan el cerebro para la vulnerabilidad.
Muchos tienen, además, un temperamento propenso a sentirse vulnerables. De manera innata tienden a preocuparse.
Pero hay niños y jóvenes que aprenden a soportar las adversidades y salir fortalecidos de ellas. Esa capacidad se llama resiliencia y se puede desarrollar.
Hay gente que aprende a creer que puede levantarse de las derrotas. Que puede adquirir las habilidades que no tiene y superar retos.
Hay gente que trae de nacimiento el optimismo. Y hay quien necesita aprenderlo.
Desarrollar una competencia de cualquier tipo refuerza la sensación de optimismo. La estructura mental optimista genera esperanza, lo cual capacita para enfrentar nuevos desafíos y correr riesgos.
La superación de retos aumenta la sensación de auto-eficacia, la cual incrementa la posibilidad de que se superen nuevos desafíos en el futuro, con el correspondiente crecimiento de la sensación de auto-eficacia.
Un círculo virtuoso sólido para nuestros niños y jóvenes.
CÓMO CONSTRUIR AUTO-EFICACIA
Invíctor Cortes Martinez